RESEÑA
Francisco Gregorio Billini: Un presidente como pocos han sido
Francisco Gregorio fue hijo de María de Regla Aristy Guerrero e Hipólito Billini Hernández. Goyito, como le llamaban sus amigos y familiares, realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio del Padre Boneau de su ciudad natal, Santo Domingo, donde aprendió a escribir en latín y en italiano.
Desde muy joven se inició en las actividades políticas, abandonando los estudios. Su convicción de que el país debía preservar su independencia, lo motivó a incorporarse a los grupos de patriotas dominicanos durante la Guerra de la Restauración de 1863-1865 y a tener una participación destada en la misma. En 1864 tomó las armas en la batalla de La Canela (Neiba) bajo las órdenes del general José María Cabral y luego fue hecho prisionero por las tropas españolas en el combate de Pizarrete, cerca del río Nizao. Guardó prisión hasta que fue canjeado en Puerto Plata al concluir la Guerra de la Restauración en 1865. Dentro de las tropas dominicanas en armas alcanzó el rango de general, el cual ostentó hasta su muerte.
Posteriormente, su repudio a la política antipopular del Gobierno de los Seis Años de Buenaventura Báez le obligó tomar el camino del exilio en 1868.
Billini se desempeñó como funcionario público llegando a ser diputado por Azua (1874), ministro de Guerra y Marina en 1880 y presidente del Senado y del Congreso para el 1882.
En las elecciones presidenciales de 1884 venció al general Segundo Imbert, y prestó juramento el primero de septiembre del mismo año. Pero renunció a dicho puesto el 16 de mayo de 1885, siendo sustituido por el vicepresidente Alejandro Woss y Gil. En la ceremonia de entrega del mando ante el Congreso Nacional sus últimas palabras fueron: “Creo que doy un buen ejemplo dando mis dimisiones espontáneamente y desapareciendo entre las sombras de mi casa, sin mezquinas aspiraciones para el futuro”. “Podré parecer ante todos bajando; pero yo siento que estoy de pie sobre la cumbre”.
Aportes
Este reconocido escritor fundó el periódico “El Eco de la Opinión” en marzo de 1879, semanario que circuló por más de veinte años y se convirtió en el paradigma de un periodismo reflexivo, con un toque de reseñas noticiosas.
De igual forma colaboró con otras publicaciones periódicas: “El Nacional”, “El Cable”, “Letras y Ciencias” y “Revista Científica, Literaria y de Conocimientos Útiles”.
Uno de sus aportes más destacado en cuanto a la literatura nacional dominicana es la novela “Baní o Engracia y Antoñita”, en la que enjuició la conducta político- social y las costumbres de los banilejos. También fue autor de otra novela: “Los enamorados de Carmita”, que publicó por entregas en el ya mencionado “Eco de la Opinión”; y de las obras teatrales “Una flor del Ozama” y “Amor y expiación”, esta última publicada en Imprenta El Pueblo en 1882.
Opiniones de autores A juicio del presidente de la Asociación Alianza Banileja, José Miguel Germán, el expresidente de la República se tuvo que dirigir adonde un prestamista para conseguir algo de dinero, esto luego de renunciar a la primera magistratura de la nación, cosa que le pareció bien extraña a la persona, ya que, esta suponía que luego de dejar un cargo público, el exfuncionario debe salir del cargo con recursos monetarios.
“En una ocasión Goyito se dirigió adonde un amigo que era prestamista en Baní, y le pidió prestados RD$20, propuesta a la cual este se sorprendió al tratarse de un ex presidente de la República”, explicó Germán.
En palabras de Andrés Blanco Díaz, quien recopiló cuatro tomos de escritos de Billini bajo el título común de “Más que un eco de la opinión”, este ha sido el mejor presidente que ha tenido Republica Dominicana, después le sigue Ulises Francisco Espaillat; y posteriormente Ramón Cáceres.
Blanco Díaz, quien actualmente está trabajando con la correspondencia del Billini, o sea las cartas guardadas por el escritor en sus archivos, y que, como documentos de primera mano, revelan y aclaran muchas cosas, o permiten plantear otras hipótesis sobre ciertos hechos. Por ejemplo, señala que, contrario a quienes afirman que Francisco Gregorio Billini ganó la presidencia sin apenas hacer campaña y gracias a un gran fraude electoral, la lectura de las cartas desmienten las afirmaciones vertidas en tal sentido. Blanco Díaz afirma que “Él, o sea Gollito, para llegar a la presidencia, se endeudó e hipotecó todo lo que pudo. En un momento llegó a confesar en alguna carta que ya no sabía de dónde agarrarse para hacer frente a las actividades propias de una campaña electoral y a las solicitudes de efectivo de los diferentes comités electorales de su candidatura”.
Este también refiere que en el periodo de gobierno de Billini “la pedidera formaba parte de la cotidianidad, los reclamos y exigencias de alguna asignación o nombramiento en un puesto por parte los que se sentían con derecho adquirido, por haber trabajado en la campaña electoral; o sea eran parte del diario vivir palaciego. Y los ejemplos están reflejados por doquier en las cartas”.
Y sostiene que una cosa que para él es importante: “Hay cartas que dejan muy mal parados a ciertos dirigentes y caudillos del Partido Azul. Y aflora la posición de algunos señalando que no estaban dispuestos a aceptar bajo ningún concepto ser gobernados por un presidente sureño (y Billini era del Sur) e, incluso, le harían la vida imposible hasta llevarlo a no juramentarse, o, ya juramentado, saltar del cargo, por una revolución que condujera a un golpe de Estado o forzándolo a presentar su renuncia. La conspiración de Lilís, quien quería tener a su incondicional Alejandro Woss y Gil en el mando, se puede rastrear en la correspondencia llegada desde diferentes partes del país”, agregó.
Sobre la obra “Baní o Engracia y Antoñita”
“La edición de 1892 la novela de Billini fue hecha un poco a la carrera, debido a la apremiante necesidad de conseguir recursos para reparar los daños causados por el paso de un fenómeno tropical en el Colegio de San Luis Gonzaga. Gollito se había hecho cargo de este centro docente desde la muerte de su tío, el presbítero Francisco Xavier Bilini en 1890. Esa circunstancia justifica, en parte, los tantos problemas que se notan en el texto, y que el propio autor dejara una versión revisada y manuscrita antres de morir”, narró Blanco Díaz.
SEPA MÁS
Muerte de Billini
Murió en su ciudad natal el 28 de noviembre de 1898 y al cumplirse el centenario de este hecho sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de Santo Domingo.
Francisco Gregorio fue hijo de María de Regla Aristy Guerrero e Hipólito Billini Hernández. Goyito, como le llamaban sus amigos y familiares, realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio del Padre Boneau de su ciudad natal, Santo Domingo, donde aprendió a escribir en latín y en italiano.
Desde muy joven se inició en las actividades políticas, abandonando los estudios. Su convicción de que el país debía preservar su independencia, lo motivó a incorporarse a los grupos de patriotas dominicanos durante la Guerra de la Restauración de 1863-1865 y a tener una participación destada en la misma. En 1864 tomó las armas en la batalla de La Canela (Neiba) bajo las órdenes del general José María Cabral y luego fue hecho prisionero por las tropas españolas en el combate de Pizarrete, cerca del río Nizao. Guardó prisión hasta que fue canjeado en Puerto Plata al concluir la Guerra de la Restauración en 1865. Dentro de las tropas dominicanas en armas alcanzó el rango de general, el cual ostentó hasta su muerte.
Posteriormente, su repudio a la política antipopular del Gobierno de los Seis Años de Buenaventura Báez le obligó tomar el camino del exilio en 1868.
Billini se desempeñó como funcionario público llegando a ser diputado por Azua (1874), ministro de Guerra y Marina en 1880 y presidente del Senado y del Congreso para el 1882.
En las elecciones presidenciales de 1884 venció al general Segundo Imbert, y prestó juramento el primero de septiembre del mismo año. Pero renunció a dicho puesto el 16 de mayo de 1885, siendo sustituido por el vicepresidente Alejandro Woss y Gil. En la ceremonia de entrega del mando ante el Congreso Nacional sus últimas palabras fueron: “Creo que doy un buen ejemplo dando mis dimisiones espontáneamente y desapareciendo entre las sombras de mi casa, sin mezquinas aspiraciones para el futuro”. “Podré parecer ante todos bajando; pero yo siento que estoy de pie sobre la cumbre”.
Aportes
Este reconocido escritor fundó el periódico “El Eco de la Opinión” en marzo de 1879, semanario que circuló por más de veinte años y se convirtió en el paradigma de un periodismo reflexivo, con un toque de reseñas noticiosas.
De igual forma colaboró con otras publicaciones periódicas: “El Nacional”, “El Cable”, “Letras y Ciencias” y “Revista Científica, Literaria y de Conocimientos Útiles”.
Uno de sus aportes más destacado en cuanto a la literatura nacional dominicana es la novela “Baní o Engracia y Antoñita”, en la que enjuició la conducta político- social y las costumbres de los banilejos. También fue autor de otra novela: “Los enamorados de Carmita”, que publicó por entregas en el ya mencionado “Eco de la Opinión”; y de las obras teatrales “Una flor del Ozama” y “Amor y expiación”, esta última publicada en Imprenta El Pueblo en 1882.
Opiniones de autores A juicio del presidente de la Asociación Alianza Banileja, José Miguel Germán, el expresidente de la República se tuvo que dirigir adonde un prestamista para conseguir algo de dinero, esto luego de renunciar a la primera magistratura de la nación, cosa que le pareció bien extraña a la persona, ya que, esta suponía que luego de dejar un cargo público, el exfuncionario debe salir del cargo con recursos monetarios.
“En una ocasión Goyito se dirigió adonde un amigo que era prestamista en Baní, y le pidió prestados RD$20, propuesta a la cual este se sorprendió al tratarse de un ex presidente de la República”, explicó Germán.
En palabras de Andrés Blanco Díaz, quien recopiló cuatro tomos de escritos de Billini bajo el título común de “Más que un eco de la opinión”, este ha sido el mejor presidente que ha tenido Republica Dominicana, después le sigue Ulises Francisco Espaillat; y posteriormente Ramón Cáceres.
Blanco Díaz, quien actualmente está trabajando con la correspondencia del Billini, o sea las cartas guardadas por el escritor en sus archivos, y que, como documentos de primera mano, revelan y aclaran muchas cosas, o permiten plantear otras hipótesis sobre ciertos hechos. Por ejemplo, señala que, contrario a quienes afirman que Francisco Gregorio Billini ganó la presidencia sin apenas hacer campaña y gracias a un gran fraude electoral, la lectura de las cartas desmienten las afirmaciones vertidas en tal sentido. Blanco Díaz afirma que “Él, o sea Gollito, para llegar a la presidencia, se endeudó e hipotecó todo lo que pudo. En un momento llegó a confesar en alguna carta que ya no sabía de dónde agarrarse para hacer frente a las actividades propias de una campaña electoral y a las solicitudes de efectivo de los diferentes comités electorales de su candidatura”.
Este también refiere que en el periodo de gobierno de Billini “la pedidera formaba parte de la cotidianidad, los reclamos y exigencias de alguna asignación o nombramiento en un puesto por parte los que se sentían con derecho adquirido, por haber trabajado en la campaña electoral; o sea eran parte del diario vivir palaciego. Y los ejemplos están reflejados por doquier en las cartas”.
Y sostiene que una cosa que para él es importante: “Hay cartas que dejan muy mal parados a ciertos dirigentes y caudillos del Partido Azul. Y aflora la posición de algunos señalando que no estaban dispuestos a aceptar bajo ningún concepto ser gobernados por un presidente sureño (y Billini era del Sur) e, incluso, le harían la vida imposible hasta llevarlo a no juramentarse, o, ya juramentado, saltar del cargo, por una revolución que condujera a un golpe de Estado o forzándolo a presentar su renuncia. La conspiración de Lilís, quien quería tener a su incondicional Alejandro Woss y Gil en el mando, se puede rastrear en la correspondencia llegada desde diferentes partes del país”, agregó.
Sobre la obra “Baní o Engracia y Antoñita”
“La edición de 1892 la novela de Billini fue hecha un poco a la carrera, debido a la apremiante necesidad de conseguir recursos para reparar los daños causados por el paso de un fenómeno tropical en el Colegio de San Luis Gonzaga. Gollito se había hecho cargo de este centro docente desde la muerte de su tío, el presbítero Francisco Xavier Bilini en 1890. Esa circunstancia justifica, en parte, los tantos problemas que se notan en el texto, y que el propio autor dejara una versión revisada y manuscrita antres de morir”, narró Blanco Díaz.
SEPA MÁS
Muerte de Billini
Murió en su ciudad natal el 28 de noviembre de 1898 y al cumplirse el centenario de este hecho sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de Santo Domingo.
Baruch Spinoza | ||
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Retrato de Baruch de Spinoza, cerca de 1665 | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Benedict de Spinoza | |
Nombre en hebreo | ברוך שפינוזה | |
Nombre en latín | Benedictus de Spinoza | |
Nacimiento | 24 de noviembre de 1632 Ámsterdam, Provincias Unidas de los Países Bajos | |
Fallecimiento | 21 de febrero de 1677 La Haya, Provincias Unidas de los Países Bajos | |
Causa de muerte | Tuberculosis | |
Nacionalidad | Neerlandesa | |
Lengua materna | Neerlandés, español, hebreo | |
Etnia | Sefardí | |
Religión | Panteísmo | |
Información profesional | ||
Ocupación | Filosofía | |
Movimientos | Racionalismo | |
Baruch Spinoza —también conocido como Baruch de Espinoza o Benedict, Benito o Benedicto (de) Spinoza o Espinosa, según las distintas traducciones de su nombre, basadas en distintas hipótesis sobre su origen— (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632-La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemánGottfried Leibniz. Hostigado por su crítica racionalista de la ortodoxia religiosa, su obra cayó en el olvido hasta que fue reivindicada por grandes filósofos alemanes de principios del siglo XIX. Según Renan, «Schleiermacher, Goethe, Hegel, Schelling proclaman todos a una voz que Spinoza es el padre del pensamiento moderno».1[editar datos en Wikidata ]
Nació en Ámsterdam (Países Bajos) en 1632, procedente de una familia de judíos sefardíes emigrantes de la península Ibérica, que huía de la persecución en Portugal. Su familia procedía de España, de donde huyó durante el siglo XV a Portugal.2
Se educó en la comunidad judía de Ámsterdam, donde se conservaba una considerable tolerancia religiosa, pese a la influencia de los clérigos calvinistas. Contrajo la tuberculosis, que poco a poco minaría su salud hasta ocasionarle la muerte.
A pesar de haber recibido una educación ligada a la ortodoxia judía, por ejemplo, con la asistencia a las lecciones de Saúl Levi Morteira, el joven Spinoza mostró una actitud bastante crítica frente a estas enseñanzas y amplió sus estudios por su cuenta en matemáticas y filosofía cartesiana, dirigido por Franciscus van den Enden. Leyó también a Thomas Hobbes, Lucrecio y Giordano Bruno; estas lecturas lo fueron alejando de la ortodoxia judaica. A esto se le pueden sumar las influencias del grupo de los collegianten o ‘colegiantes’ (cristianos liberales protestantes neerlandeses), así como de heterodoxias judías hispano-portuguesas, estas últimas encarnadas principalmente en las figuras de Juan de Prado y Uriel da Costa.
Muerto su padre en 1654, Spinoza no tuvo ya que mantener oculto su descreimiento por respeto a la figura paterna. El 27 de julio de 1656, fue censurado/expulsado de la comunidad judía y desterrado de la ciudad, a la sazón dividida en dos grupos:
Los askenazíes constituían un grupo cerrado. En algún momento histórico parece que sus normas fueran más ortodoxas y rígidas que las de los sefardíes. Era el grupo mayoritario en Ámsterdam.
Tras la expulsión, se retiró a un suburbio en las afueras de la ciudad y publicó su Apología para justificarse de su abdicación de la sinagoga, obra perdida que algunos autores consideran un precedente de su Tractatus theologico-politicus. Acentuó su trato con los grupos cristianos menonitas y colegiantes, de carácter cristiano bastante liberal y tolerante. Para sobrevivir, se dedicó a pulir lentes para instrumentos ópticos, entre ellos para su amigo el científico Christiaan Huygens. Aparte de ganarse la vida con este oficio, recibía, según alguno de sus biógrafos, una pensión que le consiguió su amigo el munícipe Jan de Witt.
En 1660 se trasladó a Rijnsburg, pueblo cercano a Leyden, donde redactó su exposición de la filosofía cartesiana, Principia philosophiae cartesianae, y los Cogitata metaphysica, que se editaron conjuntamente en el verano boreal de 1663 (edic. latina; en 1664 apareció la versión neerlandesa) y que serían las dos únicas obras publicadas con su nombre en vida. Sostuvo una abundante correspondencia con intelectuales de toda Europa. En los primeros años 1660, también empezó a trabajar en su Tractatus de intellectus emendatione y en la más famosa de sus obras, la Ethica, terminada en 1675.
En 1663 se trasladó a Voorburg, cerca de La Haya, donde frecuentó los círculos liberales y trabó una gran amistad con el físico Christiaan Huygens y con el por entonces jefe de gobierno (raadspensionaris) Jan de Witt, quien, según algunos, protegió la publicación anónima de su Tractatus theologico-politicus en 1670, obra que causó un gran revuelo por su crítica racionalista de la religión. Estas protestas, y la muerte de su protector De Witt (1672), lo convencieron de no volver a publicar nuevas obras sino tras su muerte; las obras circularían, sin embargo, entre sus admiradores, cada vez más numerosos.
Desde 1670 hasta su muerte, vivió en La Haya. En 1673 J. L. Fabritius, profesor de teología, por encargo del Elector del Palatinado, le ofreció una cátedra de filosofía en su universidad, la de Heidelberg, pero Spinoza no la aceptó, pues aunque se le garantizaba «libertad de filosofar», se le exigía «no perturbar la religión públicamente establecida». Un año antes de su muerte fue visitado por Gottfried Wilhelm Leibniz, pero éste negó luego tal encuentro. Minado por la tuberculosis, murió el 21 de febrero de 1677 cuando contaba 44 años. Sus amigos editaron en noviembre de ese mismo año, simultáneamente en latín y en neerlandés, todas las obras inéditas que encontraron, incluida (parte de) la correspondencia, bajo el título Ópera pósthuma (versión latina) y Nagelate schriften (versión neerlandesa).
Partiendo de la innegable influencia de Descartes, creó un sistema muy original, con mezcla de elementos propiamente judíos, escolásticos y estoicos. En lo que se refiere a Descartes, este había considerado la existencia de tres sustancias: el pensamiento, la extensión y Dios. Spinoza reduce estas tres sustancias a una sola: sustancia divina infinita, que según la perspectiva que se adopte, se identifica bien con Dios o bien con la Naturaleza (ambos términos llegan a ser equivalentes para él, según su célebre expresión Deus sive Natura).
Para Spinoza, la substancia es la realidad, que es causa de sí misma y a la vez de todas las cosas; que existe por sí misma y es productora de toda la realidad; por tanto, la naturaleza es equivalente a Dios. Dios y el mundo, su producción, son entonces idénticos. Todos los objetos físicos son los «modos» de Dios contenidos en el atributo «extensión». Del mismo modo, todas las ideas son los «modos» de Dios contenidas en el atributo «pensamiento». Las cosas o modos son naturaleza naturada, mientras que la única substancia o Dios es naturaleza naturante. Las cosas o «modos» son finitas, mientras que Dios es de naturaleza infinita y existencia necesaria y eterna.
Este cambio tiene la ventaja, sobre la filosofía cartesiana, de borrar de un plumazo los problemas que presenta la filosofía de Descartes para explicar la posibilidad del conocimiento: dado que el pensamiento y la extensión son dos de los infinitos atributos de Dios, distintos e independientes el uno del otro (paralelismo de los atributos), ¿cómo se puede conocer el mundo? Descartes había resuelto este problema de una manera aparentemente gratuita, amén de insatisfactoria, señalando la comunicación de éstas sustancias en la glándula pineal.
Con Spinoza, pues, ya no existe este problema: se puede conocer el mundo porque el entendimiento, en tanto parte del entendimiento de Dios, es una modificación o «modo» de la misma sustancia divina, entendimiento infinito de Dios, que «piensa» su objeto extenso o cuerpo, de modo que el entendimiento puro puede «aprehender» la realidad, porque el alma, o sea la idea del cuerpo, «replica» lo que afecta a este cuerpo. La unidad del alma y el cuerpo está justificada por la unidad de la sustancia infinita de la que son sus modificaciones finitas o modos.
Pero, a la vez, abre un tremendo problema para explicar la libertad humana. La anterior distinción de Descartes en tres sustancias le permitió sustraer del determinismo mecanicista, al entendimiento, con lo cual el ser humano mantendría su libertad.
El mecanicismo sostiene que todo el Universo está determinado por leyes, con lo cual cualquier ente que esté dentro de él también estará sujeto a dichas leyes, incluido el ser humano. Descartes y Spinoza son mecanicistas, pero el primero salva el problema a través de su postulado de las tres sustancias: el mecanicismo (por tanto el determinismo o ausencia de libertad) sólo afecta a la sustancia extensa o mundo, pero no a la sustancia pensante o entendimiento.
Pero, al postular Spinoza una sola sustancia, ¿cómo es posible que exista la libertad humana, si todo está sometido a una inexorable regulación permanente? Spinoza acaba afirmando un determinismo (negación de la libertad humana) riguroso, aunque deja el resquicio de una definición poco alentadora y paradójica de libertad: la libertad humana aparece cuando el ser humano acepta que todo está determinado; la libertad no depende de la voluntad sino del entendimiento; el hombre se libera por medio del conocimiento intelectual.
En el campo de la filosofía Spinoza se declara monista, esto es, no cree en la existencia de un dualismo cuerpo-alma. Para Spinoza el hombre es cuerpo y mente, y todo en su conjunto es parte de una sustancia universal con infinitos modos e infinitos atributos, algo que da lugar a un «monismo neutral».
También es determinista, lo que supone que no cree en el libre albedrío: asegura que el hombre está determinado por leyes universales que lo condicionan mediante la ley de la preservación de la vida. Así, afirma que ser libre es regirse por la razón frente a la sumisión, por ejemplo, a la religión.
En el aspecto político sigue en parte a Thomas Hobbes. Sin embargo, su doctrina tuvo gran influencia en el pensamiento del siglo XVIII, ya que se le considera el iniciador del ateísmo, aunque esta afirmación no es del todo correcta.
Como filósofo, comparte con Hobbes el tema del determinismo. Sin embargo, Spinoza fue siempre, y en todos los campos, un escritor proscrito, hasta el punto de que a comienzos del siglo XIX no se le reconocía, especialmente por el movimiento Romántico alemán (Goethe, Jacobi, etcétera).
Dentro del ámbito de la política se le considera precursor de Jean-Jacques Rousseau.
Su pensamiento traslada la visión del mundo de Galileo, que dice que el mundo está sujeto a unas determinadas leyes, por lo que buscará cuales son las que regulan a la sociedad. En este punto coincide en parte con Descartes y Hobbes, pero con la singularidad de que Spinoza además busca las leyes que rigen la moral y la religión. Así Spinoza entra de lleno tanto en la moral como en la religión, intentando introducir la razón en ambas esferas, para lo que usa un método racional.
En su Ética demostrada según el orden geométrico habla de Dios, del ser humano y del puesto que el hombre ocupa dentro de la Naturaleza; así, dice que la forma correcta de entender a los hombres, es que son una parte más de la Naturaleza y que las acciones humanas no se deben analizar con criterios morales, sino como partes necesarias de leyes que rigen el Cosmos, esto es, que existen leyes universales de la Naturaleza a las que los hombres están sujetos, por lo que no se puede afirmar que el hombre es totalmente libre. Siguiendo este planteamiento se encuentra una de sus afirmaciones más importantes y que más problemas le trajo: afirma que los valores son creaciones humanas arbitrarias.
En el tema político, el filósofo reivindica la democracia más amplia posible, aunque dentro de ésta no incluye explícitamente a las mujeres, a quienes plantea si deben tener o no derechos políticos, cosa que no tiene muy clara; finalmente se inclina por sostener una inferioridad innata de las mujeres, y afirma que el mejor gobierno es de los hombres. No obstante deja una puerta abierta al reconocimiento de las mujeres, diciendo finalmente que sí son iguales a los hombres, que sí pueden gobernar, pero que lo mejor es evitar el tema, ya que puede generar conflictos.
Según su visión, el fin del Estado es hacer a todos los hombres libres, lo que significa que el hombre ha de dejar de ser un autómata.
Spinoza publicó dos obras en vida:
El resto de sus obras, incluida la Ética, fueron publicadas por amigos suyos en las Ópera pósthuma (OP) / Nagelate Schriften (NS) de 1677, excepto el Tratado breve, que fue descubierto y publicado en 1852:
Además de las mencionadas, se atribuyen a Spinoza dos pequeñas obras de carácter científico, publicadas de manera anónima en 1687. Sin embargo, la autenticidad de estas obras se encuentra en disputa.
Por último, se encuentran las cartas de Spinoza, las cuales están fechadas entre 1661 y 1676 y son consideradas de interés filosófico.
Las obras completas de Baruch de Spinoza, incluido su epistolario y las biografías que se compusieron sobre él, han sido traducidas al español por uno de los máximos especialistas en este autor, el profesor Atilano Domínguez Basalo (Madrid: Alianza Editorial).
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Mito y realidad
La famosa portada
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- ¿Cuánto es esta mezcla? Cuáles son esas verdades y cuánto tiene el libro de ella.
- Fue por una mujer…
- ¿En ella se inspira Carmen Lisperguer, la "mujer del acabose" de la que se enamoran Darwin y Rugendas?
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- Teniendo a Darwin y a Rugendas, ¿por qué decidió contar narrar la novela desde el punto de vista de Carmen?
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Un joven fogoso llamado Darwin
- Hablemos un poco del personaje más famoso de la novela, pero también la relación más ficticia: Charles Darwin. ¿Conoció Rugendas a Darwin en la vida real?
- Pero Carmen no conoció a Darwin…
- ¿Cómo se le ocurrió introducir a Darwin como el tercero de esta relación y de esa manera?
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- La azarosa y controversial vida de Lord Cochrane, el temerario británico que luchó en las armadas de Chile, Perú, Brasil y Grecia
¿Crítica social?
- ¿Por qué esos personajes históricos? ¿Qué encarnan Darwin y Rugendas que los hacen vigentes aún?
- Usted se ríe un poco de aspectos de la idiosincrasia chilena que parecen aplicable a la del resto de América Latina. Por ejemplo, la "hospitalidad chilena (…) esa esa manía de suponer que el mayor deseo de un visitante es convertirse en un chileno más" o sus "liberales no tan liberales". ¿Es todavía nuestra sociedad un poco así?
- ¿Hay una crítica soslayada a la sociedad chilena en el libro?
Un “juicio” singular a Martín Lutero, 500 años después de sus 95 tesis que cambiaron el mundo
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